Alfonso y Alicia 1


ALFONSO


Contigo me brinda Dios
castigo que no merezco,
si yo primero perezco
al mundo tú dile ¡adiós!


A la Divina Justicia
que se imparte desde el cielo
le estoy cogiendo recelo
por tu proceder Alicia.
Siempre tengo la noticia
que se ha quemado el arroz
y de la mula, la coz
de la serpiente, el veneno
de lo infértil, el terreno
contigo me brinda Dios.


Yo no soy ningún bandido
cuando juego no hago trampa
con el pico o con la lampa
si se ofrece, soy cumplido.
Me sale todo torcido
porque de influencias carezco
y por más que me guarezco
de la Virgen bajo el manto
me ve Dios y me da tanto
castigo que no merezco.


El sueño del alma mía
que eras tú el siglo pasado
cómo lo has decepcionado
al mutar en una arpía.
Te pude escuchar un día
¡a ver si desaparezco!
mas del catre plateresco
desde el cual me desbaratas
te jalaré de las patas
si yo primero perezco.


Y como varón derecho
dado tu color palillo
te digo así de sencillo
la pelona está al acecho.
Complicándote hasta el pecho
se hace crónica tu tos
consíguete un altavoz
pa’ que anuncies tu partida
y aunque sea amanecida
al mundo tú dile ¡adiós!


ALICIA


No te mueras todavía
eso a mí no me acompasa
al quedarme con la casa
¡la hipoteca será mía!


El que la muerte merezcas
yo lo dejo a tu criterio
y hoy te aclaro el misterio
para que no me aborrezcas.
Dije que desaparezcas
¡pero solo por un día!
porque tú la economía
la malgastas en la rumba
si no hay plata pa’ tu tumba
no te mueras todavía.


¿De qué tú vas a quejarte
si no te hago un solo escándalo?
Te estoy midiendo ¡so vándalo!
lo que puedes explayarte.
Un día he de pescarte
con las manos en la masa
y si por desgracia pasa
que mueras por tu jaleo
saber de un muerto muy feo
eso a mí no me acompasa.


El sueldo lo has disipado
y desde el día de ayer
para darte de comer
empecé a pedir fiado.
Le comenté en el mercado
a mi comadre Tomasa:
con deuda que me rebasa
más una cuenta pelada
no salgo ganando nada
al quedarme con la casa.


Puesto que tú al propagar
que un chalet me has comprado
lo único que he comprobado
es que te gusta amagar.
Con treinta años a pagar
no veré la plusvalía
por lo tanto tu energía
no gastes hasta aburrirte
que si llegas a morirte
¡la hipoteca será mía!

© 2005 Luis Bárcena Giménez
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