Acosadora y acosado 4


ACOSADORA


Mi hermana la santurrona
piensa entrar en el convento
o usas el instrumento
¡o se convierte en chalona!


En el misterio “Romeo”
tenías a tu “Julieta”
pero esto a mí no me inquieta
ni me adormece el deseo.
¡Caramba! tanto rodeo
pensé que era otra persona,
¿es ella quien te ilusiona?
¡ja ja! antes suena una esponja
que ha nacido para monja
mi hermana la santurrona.


Y mientras que a ti te abrasa
el fuego de la pasión
con notoria devoción
ella La Biblia repasa.
Seguro que hasta mi casa
vienes loco de contento,
limeñito, a ti te cuento
que no tendrás mazamorra
mi hermana con su pachorra
piensa entrar en el convento.


Ella seguirá devota
hasta que Dios la recoja
para que no se te encoja
tienes que cambiar de nota.
Al maricón o al idiota
no le erigen monumento,
aunque tú eres corpulento
puede sudarte la espalda
o comienzas a usar falda
o usas el instrumento.


A la hombría sigue fiel
dite a ti mismo ¡yo valgo!
y demuestra que por algo
has estado en el cuartel.
Sube con tu espada y el
monte de Venus corona,
por tu madre, reacciona
que no es ningún disparate
la haces entrar en combate
¡o se convierte en chalona!


ACOSADO


Si con Dios hizo un contrato
y ella quiere ser su dama
contigo voy a la cama
¡para que pagues el pato!


La noticia no es tan mala
eso sí, muy sorprendente
amar a Cristo vehemente
con amor de colegiala.
Aún no es monja y me regala
este divino retrato:
para el cura, celibato
pa’ la monja, castidad
y para mí la orfandad
si con Dios hizo contrato.


Y si ella quiere vivir
en convento de clausura
claro está que no le apura
irse conmigo a dormir.
Yo no me puedo medir
con quien idolatra y ama,
nuestro Señor la reclama
cuando tu hermana está en vela
puesto que Él se le revela
y ella quiere ser su dama.


A la par que ella se aviene
con un asunto muy serio
su ingreso en el monasterio
es lo que más te conviene.
La oratoria tuya tiene
de colores una gama,
a mí, no sé quién me llama
ni qué espíritu me mueve
mas para un sesenta y nueve
contigo voy a la cama.


Tú me agarras ¡por aquí!
yo te agarro ¡por acá!
cuando te pregunte ¿ya?
tú me respondes que ¡sí!
¿Por qué me miras así?
¿tuviste acaso recato?...
y puesto que tú ¡hace rato!
en el deseo cabalgas
prepara nomás las nalgas
¡para que pagues el pato!

© 2009 Luis Bárcena Giménez
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