Los esposos


ESPOSO


Tu cara de monolito
todo el día te acompaña
como si fuera una maña
¡el mirar otro culito!


Por varonil derrotero
a toda mujer admiro
y con los ojos le miro
lo que te miré primero.
Y si he mirado un trasero
¿con la vista qué le quito’
te hice “pisar el palito”
para ver tu reacción
y me pones, maldición,
tu cara de monolito.


En la cara se te marca
la antipatía más honda
estás con la vista blonda
y la cabellera zarca.
Para que seas la parca
solo falta la guadaña
el enfado, a una araña,
se le pasa ¡porque sí!
mujer sin embargo a ti
todo el día te acompaña.


Tres años que eres mi esposa
y aunque mis bromas conoces
vienes ahora con poses
de niñita caprichosa.
Conmigo ocurre una cosa
que tal vez parezca extraña
me evita tener legaña
apreciar otras caderas
pero tú lo consideras
como si fuera una maña.


Debido a tu insensatez
de palabra como de obra
tengo razones de sobra
pa’ quitarte la idiotez.
Convéncete de una vez
¡no soy un clavel marchito!
en la tierra no es delito
y en el nirvana azulado
no se tiene por pecado
¡el mirar otro culito!


ESPOSA


No vengas a reclamar
con tu agudo vozarrón
cuando me ponga a mirar
¡cómo orina otro varón!


Aplaudo tu manifiesto
que me ha hecho comprender
que la vista es para ver
mucho más que el baloncesto.
Con la vista, por supuesto
nada se puede quitar
ya que no es malo observar
a cualquiera y donde sea
si mi vista se recrea
no vengas a reclamar.


Varón peruano o chipriota
con el mirar se consuela
y pa’ ver directo vuela
tal como hace la gaviota.
No me digas más idiota
que te otorgo la razón
cuando llegue la ocasión
mirando vas a encontrarme
y no oses importunarme
con tu agudo vozarrón.


Un corazón rencoroso
es malo tener, ¡de veras!
mira nomás lo que quieras
si eso te hace dichoso.
Perdóname amado esposo
por llegarme a enfadar
vamos pues a continuar
sin momentos infelices
recuerda lo que hoy me dices
cuando me ponga a mirar.


Mira el obrero, el dentista
el obispo, el zapatero
el taxista lechucero
y cómo no, el oculista.
A quien no entrena la vista
se le atrofia la visión
y puesto que excomunión
no hay por lo que se ve
embelesada veré
¡cómo orina otro varón!


© 2007 Luis Bárcena Giménez
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